En un cazo a fuego medio, ponemos la nata, la leche, el queso y la stevia, y vamos removiendo hasta que quede una crema homogénea, sin grumos.
Añadimos la gelatina, y seguimos removiendo. La gelatina sirve sólo para darle un poco de consistencia a la tarta, lo justo para que quede mejor :) La primera vez que hice esta tarta usé sólo 2 hojas de gelatina y al desmoldarla me arrepentí porque se desmontó, así que las siguientes veces utilicé 5 hojas de gelatina y quedó perfecta.
Apartamos la mitad de la mezcla a otro cazo, y añadimos el chocolate. Removemos de la misma manera hasta que esté bien integrado. De esta manera, tendremos una mezcla de queso (foto izquierda), y otra de chocolate (foto derecha).
En un molde (yo he usado uno circular con hueco en medio de silicona, para desmoldar mejor), vamos echando la mezcla alternando, un poco de queso, un poco de chocolate, haciendo dibujos para que quede más bonito. Como puedes ver en las fotos más abajo, es un poco arte abstracto ;)
Metemos el molde en la nevera y lo dejamos enfriar durante 2h.
Machacamos las galletas en un bol (o en la picadora), hasta conseguir un polvo finito. Añadimos la mantequilla derretida (yo la derrito en el microondas en golpes de 30 segundos) y mezclamos con las manos hasta conseguir una pasta.
Sacamos el molde, espolvoreamos un poco de galleta y añadimos una capa fina de mermelada. Yo he usado la de frambuesas porque me encanta, pero la de fresas también le podría quedar bien, es cuestión de que uses la que más te guste.
Colocamos esta pasta sobre la mermelada, ya que cuando desmoldemos se convertirá en la base. Hazlo con cuidado y sin presionar mucho, ya que si apretas puedes romper la tarta. Es mejor que quede un poco suelta, a que nos pasemos y rompamos la tarta.
Volvemos a colocar el molde en la nevera durante 2h más.
Desmoldamos con cuidado, ¡y listo!