En un cazo a fuego medio-bajo, fundimos la mantequilla con el chocolate. Para que sea más fácil, troceamos ambas cosas. Yo ya le he pillado el truco, pero si no quieres que se te queme el chocolate te aconsejo hacerlo al baño maría, sin parar de remover, y primero fundimos la mantequilla y luego agregamos el chocolate. Reservamos y dejamos que se atemple.
En un bol, batimos los huevos junto con la stevia, la vainilla y una pizca de sal. Añadimos la mezcla de chocolate y mantequilla poco a poco, y seguimos batiendo para mezclarlo bien. Es importante que esté templadito ya para que no se cocinen los huevos, se tienen que cocinar en el horno.
Añadimos la harina, a poder ser tamizada para que no queden grumos. Es una masa bastante líquida, puedes seguir con las varillas o cambiar a una espátula.
Troceamos las nueces (un puñadito, o las que te apetezcan) a la masa, mezclando bien para que queden repartidas por igual. Opcionalmente, yo una cosa que hago a veces es restar un poco de chocolate al fundido, lo troceo y lo echo aquí, me gusta encontrarme ese chocolate fundido además de las nueces.
Engrasamos un molde cuadrado con un poco de mantequilla, y vertemos la masa.
Horneamos unos 30-40min a 180º. Como siempre, depende mucho del horno, ¡haz la prueba del palillo! Si te gustan jugositos como a mí, 30min; si los prefieres algo más secos, 35-40min.
Desmoldamos, cortamos en cuadraditos dividiendo cada lado en 4 partes, ¡y listo!